En una revelación que sacude el tablero geopolítico, la prestigiosa revista británica The Economist ha destapado negociaciones secretas entre el gobierno argentino y el Reino Unido para «moderar o incluso desactivar» el histórico reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. La contrapartida de este polémico acuerdo sería el apoyo británico para la ansiada incorporación de Argentina como nuevo socio de la OTAN.

Según la publicación, Washington observa con creciente preocupación la situación en el Atlántico Sur, una región estratégica considerada un trampolín vital hacia la Antártida. La inquietud estadounidense radica en la significativa presencia de Rusia y China, que en conjunto suman 15 bases en el continente blanco, intensificando la lucha por el control de recursos clave. Este escenario habría impulsado a Estados Unidos a actuar como intermediario para forjar una nueva alianza militar, estratégica y política entre Argentina y el Reino Unido.

La condición irrenunciable que impone Londres para esta colaboración es el «congelamiento» del reclamo argentino sobre las Malvinas. La administración estadounidense, en particular la de Donald Trump, estaría presionando para que Argentina se rearme y pueda hacer frente a la influencia de potencias como China y Rusia. Sin embargo, las actuales restricciones impuestas por el Reino Unido obstaculizan este objetivo. La propuesta de Washington apunta a un «nuevo acuerdo estratégico en el Atlántico Sur», que no solo incluiría a Argentina y Reino Unido, sino que también contemplaría la participación de Chile.

De concretarse este acuerdo, Argentina podría acceder a material militar occidental de segunda mano, evitando así la necesidad de adquirir equipamiento de origen chino o ruso. Por su parte, el Reino Unido se aseguraría la capacidad de cortar de manera inmediata cualquier tipo de ayuda militar a Argentina en caso de un eventual conflicto, sin mayores contratiempos.

Esta potencial reorientación de la política exterior argentina respecto a Malvinas y su acercamiento a la OTAN marca un giro histórico, con profundas implicaciones para la soberanía nacional, las relaciones internacionales y el equilibrio de poder en el Atlántico Sur. El debate sobre la conveniencia y las consecuencias de esta negociación promete intensificarse en las próximas semanas.